La pasada noche del 12 de julio, nos encontrábamos en el Teatro de la Axerquía cordobés, esperando a una de las grandes apuestas de la 39ª edición del Festival de la Guitarra: Marea; quienes, tras seis años de inactividad, vienen a presentarnos su nuevo trabajo, “El Azogue”.
Con la pista del teatro llena hasta los topes y las gradas medio vacías (no es de extrañar que en un concierto de rock, los fans prefieran permanecer en pie para poder saltar sin impedimentos), se apagan las luces. Se presiente el inicio de una gran noche. Vuelven las luces, mientras se escuchan sonidos tales como los provenientes de una nave espacial.
Sale al escenario Alen Ayendi, “el corazón de los Marea”, el batería, para tocar un ritmo, seguido por el rasgar de unas cuerdas, pero sin verse al guitarrista. Cae de nuevo la luz, regresa el silencio en el escenario. De pronto, luz nuevamente, ahora sí, con todos los miembros en el escenario. Comienzan la noche con la misma canción con la que lo hacen en el disco que presentan: “En las encías”.
Kutxi Romero reta a los cordobeses más rockeros, “vamos a ver si tiembla Córdoba, la mezquita, y la madre que la parió”. Y realmente nos hizo temblar con otra canción de las nuevas, “El temblor”.
Entre los fans, no faltó quien estuvo pocos días antes en el concierto en el que Marea fueron los teloneros de Bon Jovi, y el cantante no tardó en darse cuenta del cartel que dicho fan elevaba, con el escrito “Me gustásteis + que Bon Jovi”.
Antes de dar comienzo a la tercera canción, invita al escenario al “último Guitar Hero”, el gran guitarrista Jorge Salán, para que toque junto a ellos “La noche del Viernes Santo”.
Abandona Salán el escenario, y continúan los de Berriozar con su tarea: “Mierda y cuchara”, “Muchas lanzas” y “Manuela canta saetas”. Tras esta última, pide Kutxi entre el público un cigarro, aclarando que “de los hippies estos no”, y no sería el último que pida a lo largo de la noche; ya sabemos todos que fuma como un carretero y bebe como un cosaco.
Tras conseguir un cigarro, gracias a uno de los fans que se encontraban en primera línea, presenta al próximo invitado de la noche, el sevillano Iratxo, para cantar juntos “Corazón de mimbre”.
Al marcharse el duende, tocan “Mil quilates” y a continuación “Que se joda el viento”, poniendo al público entero a dar saltos. Cuando termina esta canción, nos dice Kutxi que si molestan, se lo digamos y se van, pero que si no, se pueden quedar tocando toda la noche, dando esto pie a que haga alusión a Julio Iglesias, y comience a cantar un par de frases de su canción “Que no se rompa la noche”. Tras esto, continúa dirigiéndose al público, diciéndonos que ojalá asistiéramos todos a su funeral, pero que no podrá ser porque él nos enterrará a todos. ¿Por qué? Porque es “Un hierro sin domar”.
Terminan la canción y Kutxi abandona el escenario, y deja al micrófono a Eduardo Beaumont “El Piñas”, bajista del grupo, durante las dos próximas canciones: “Pecadores” y “Trasegando”.
A la vuelta de Kutxi al escenario, parece que comienza a reflexionar sobre su situación: “Soy parte de la mejor banda de Rock&Roll del país, tengo una familia maravillosa, unos amigos que no puedo contar con los dedos… entonces, decidme, ¿por qué tengo “Jindama”?”. Mientras canta, tras la frase “Si quieres perderte conmigo…”, el cantante se acerca al borde del escenario para preguntar a varios fans de las primeras líneas “¿Quieres?… No sabes lo que haces”, repetidas veces.
Para presentar el siguiente tema, nos cuenta una historia, dotando de emoción a la noche. Nos habla del padre de su guitarrista, Kolibrí Diaz, quien asistía a todos sus conciertos y, en primera fila, cantaba todas sus canciones. Kutxi le prometió que no tardaría tanto entre gira y gira, y le falló (hecho del que todos somos testigos). A su muerte, el cantante escribió esta canción, para el padre de Kolibrí y para todos los que hemos perdido a alguien, “Pájaros viejos”. Durante el solo de guitarra, Kutxi anima al músico, al grito emocionante de “Por tu viejo, Kolibrí, toca por tu viejo”.
Sin pausa entre una canción y otra volvemos a los saltos con “En tu agujero” y “La Luna me sabe a poco”.
Tras un descanso de varios minutos, Kutxi se dirige a Jorge, le informa de que hay gente en el público que quiere aprender a tocar la guitarra. a estos les dice que después de escuchar esto, lo mejor será que se corten el pelo y busquen un trabajo. Comienza Kolibrí, ese guitarrista que ha hecho llorar a todos los bosques del mundo, a tocar un inigualable solo de guitarra. Antes de que este termine, coge el micrófono el cantante, “ahora os voy a explicar quien soy yo”, para dar comienzo a “Ocho mares” y, sin pausa, seguir con “La Rueca”. Kutxi se despide, durante la canción y al final de esta, con un hasta siempre. Pero aún no se van, continúan con el “Romance de José Etxailarena”.
No todo lo que sonó en esta velada fue cosa de los Marea, ya que en todos los conciertos de la gira tocan una canción de otro grupo, hacen un pequeño homenaje a Los Suaves. Sin embargo, en Córdoba no tocaron una, sino dos, ya que debido a la cabezonería de uno de los miembros, tocaron una canción que ni siquiera estaba prevista en la Playlist del concierto, “Dulce Castigo”, seguida de otra (que sí entraba en la lista de canciones), “Preparado para el Rock&Roll”, con la que pusieron a todo el público a cantar, al menos el estribillo.
Vuelve a despedirse, con otro hasta siempre, y asume la culpa si no nos volvemos a ver.
Es la hora de las presentaciones, no solo a los miembros del grupo que vemos sobre el escenario, sino a las cerca de 50 personas que forman Marea, a quienes invita a subir al escenario, aunque no todos pueden, muchos siguen realizando sus funciones.
Ahora si huele a fin. Bajan los miembros del grupo cuyo trabajo no está sobre el escenario durante la actuación, y los que sí deben permanecer arriba, continúan con la música, haciendo sonar “Bienvenido al secadero” y “El perro verde”, durante la cual el cantante baja al foso y, mientras él canta, va dejando el micrófono a algunos de los fans permitiendo que sean ellos quienes terminen las frases de la canción.
Volvemos a la pausa, Kutxi se sienta y nos dedica unas palabras de despedida, ahora de verdad.
“Y esta palabra, este papel escrito por las mil manos de una sola mano, no queda en ti ni tampoco sirve para sueños. Cae en la tierra y allí se continúa, pero no como una mera palabra ni papel escrito, sino como una sucesión de sonidos del corazón, llámalo música si quieres… Y cuando la música se termina, los bailarines nos miramos como si estuviésemos desnudos. Y ahí decidimos si merece la pena seguir… tocando, o si sólo fuimos meros objetos en el infinito equilibrio universal de los planetas… ¡Hasta siempre!”
¿Será una despedida final del todo? ¿Será realmente un “hasta siempre” y no un “hasta pronto”?
Y qué mejor forma de dar fin a esta noche, que cantando con todas nuestras energías “Marea” para despedirnos de ellos, llamándolos a voces.
“Que vuestra vida sea un viaje hacia un futuro incierto. ¡Hasta siempre!”.
Y se despiden los marea finalmente, terminando todos sobre la plataforma de la batería, entre un grandioso espectáculo de luces y música.